Crisis del Modelo Racionalista.

El racionalismo es la confianza absoluta en la razón, luego ya no se confiara mas en el mundo de la razón.

Filosofia S. XIX – Empirismo.

Berckley dice que la razón esta presa en cada individuo, por ende, la mente no puede conocer todo.

Hume: Da un paso mas allá de lo que dice Berckley. Hume agrega que el mundo no es ordenado, dice que es un caos de sensaciones y este caos de sensaciones se ordena en la mente de cada individuo.

Kant: dice que la mente esta limitada por el tiempo y el espacio, por ende este no puede conocer todo. Estas variables a priori son las que caracterizan al sujeto. Al estar limitado, la razón no se puede conocer, solo se puede conocer la realidad en mi.
Además Kant agrega una segunda teoría, define la libertad diciendo que esta termina cuando empieza la del otro, pero no es libertad sino respeto, libertad es saber decir que no, cuando la voluntad no esta presa.

Luego de Kant, nacen 2 corrientes:

- Idealismo: Es aquella que busca un absoluto de algo, diferente a lo tradicional, ve el mundo como un enfrentamiento natural y permanente entre 2 fuerzas. Todos parten de la idea, que puede ser diferente, el hombre no es, se esta haciendo.

Hegel: (el mas importante dentro de esta corriente).







Con Hegel, el idealismo alemán adquiere su máxima expresión y desarrollo y abre un horizonte de reflexión filosófica que, con su perspectiva y problemática, se arraigó profundamente en el pensamiento filosófico posthegeliano.
Indudablemente, Hegel expresa la síntesis última y plena realización conceptual de ese movimiento filosófico que tiene sus raíces en Kant y que continúa ulteriormente en Fichte y Schelling. Esto se puede constatar —sin profundizar desde luego en la cuestión— al analizar los temas mejor logrados en la filosofía hegeliana —una concepción clara de la dialéctica de lo real y una concepción totalizadora del proceso histórico— que, de algún modo, ya se venían prefigurando en la problemática pre-hegeliana, especialmente en los autores mencionados.
Como escribe E. Terrón, en el “Prólogo” a la Introducción a la Historia de la filosofía de Hegel: “la filosofía de Hegel es la última gran filosofía especulativa. En ella finalizan y se articulan todos los movimientos del pensamiento del pasado. La filosofía de Hegel contiene todos lo momentos del desarrollo del pensamiento… pero superados y unificados”.
Con todo, la importancia de Hegel no se agota ni por expresar el punto más alto de la reflexión idealista alemana ni por estar operante en el pensar filosófico moderno, sino por otros motivos, entre los que sobresalen los siguientes: en primer lugar, con Hegel la sociedad burguesa cobra, en tanto que sociedad burguesa, la más alta comprensión de sí misma; o, mejor aún, en el pensamiento hegeliano se expresa —como quizá en ningún otro pensador anterior o posterior— la visión más elaborada que la modernidad burguesa puede lograr de sí misma. Y, en segundo lugar, el pensamiento teológico hegeliano desarrolla una serie de supuestos que serán claves en la reflexión teológica del XX.
Pasemos, entonces, a la exposición de las tesis básicas de la metafísica hegeliana, haciendo énfasis en sus momentos y aspectos centrales.

Karl Marx:





Marx, nació el 5 de mayo de 1818 en Tréveris (ciudad de la Prusia renana). Su padre era un abogado judío convertido al protestantismo en 1824. Su familia era acomodada y culta, aunque no revolucionaria. Después de cursar en Tréveris los estudios de bachillerato, Marx se matriculó en la Universidad, primero en la de Bonn y luego en la de Berlín, siguiendo la carrera de Derecho, mas estudiando sobre todo Historia y Filosofía.
Terminados sus estudios universitarios, en 1841, presentó una tesis sobre la filosofía de Epicuro. Sus ideas eran todavía entonces las de un idealista hegeliano. En Berlín se acercó al círculo de los "hegelianos de izquierda" (Bruno Bauer y otros), que intentaban sacar de la filosofía de Hegel conclusiones ateas y revolucionarias. Después de cursar sus estudios universitarios, Marx se trasladó a Bonn, con la intención de hacerse profesor.
Pero la política reaccionaria de un gobierno - que en 1832 había despojado de la cátedra a Ludwig Feuerbach, negándole nuevamente la entrada en las aulas en 1836, y que en 1841 retiró al joven profesor Bruno Bauer el derecho a enseñar desde la cátedra de Bonn- le obligó a renunciar a la carrera académica. En esta época, las ideas de los hegelianos de izquierda hacían rápidos progresos en Alemania.
Fue Ludwig Feuerbach quien, sobre todo a partir de 1836, se entregó a la crítica de la teología, comenzando a orientarse hacia el materialismo, que en 184I (La esencia del cristianismo) triunfa resueltamente en sus doctrinas; en 1836 ven la luz sus Principios de la filosofía del porvenir. "Hay que haber vivido la influencia liberadora" de estos libros, escribe Engels años más tarde refiriéndose a esas obras de Feuerbach. "Nosotros" (es decir, los hegelianos de izquierda, entre ellos Marx) "nos hicimos al momento feuerbachianos". Por aquel entonces, los burgueses radicales renanos, que tenían ciertos puntos de contacto con los hegelianos de izquierda, fundaron en Colonia un periódico de oposición, la Gaceta del Rín (que comenzó a publicarse el 1º de enero de 1842). Sus principales colaboradores eran Marx y Bruno Bauer; en octubre de 1842, Marx fue nombrado redactor jefe del periódico y se trasladó de Bonn a Colonia.
Bajo la dirección de Marx, la tendencia democrática revolucionaria del periódico fue acentuándose, y el gobierno lo sometió primero a una doble y luego a una triple censura, para acabar ordenando su total supresión a partir del 1º de enero de 1843. Marx vióse obligado a abandonar antes de esa fecha su puesto de redactor jefe, pero la separación no logró tampoco salvar el periódico, que dejó de publicarse en marzo de 1843.
Entre los artículos más importantes, publicados por Marx en la Gaceta del Rin, Engels menciona, además de los que citamos más abajo el que se refiere a la situación de los campesinos viticultores del valle del Mosela. Como las actividades periodísticas le habían revelado que no disponía de los necesarios conocimientos de economía política, se aplicó ardorosamente al estudio de esta ciencia.
En 1843, Marx se casó en Kreuznach con Jenny von Westphalen, amiga suya de la infancia, con quien se había prometido ya de estudiante. Pertenecía su mujer a una reaccionaria y aristocrática familia prusiana. Su hermano mayor fue ministro de la Gobernación en Prusia durante una de las épocas más reaccionarias, de 1850 a 1858. En el otoño de 1843, Marx se trasladó a París, con el propósito de editar allí, desde el extranjero, una revista de tipo radical en colaboración con Arnoldo Ruge (1802-1880; hegeliano de izquierda, encarcelado de 1825 a 1830, emigrado después de 1848, y bismarckiano después de 1866-1870). De esta revista, titulada Anales franco-alemanes, sólo llegó a ver la luz el primer cuaderno.
La publicación hubo de interrumpirse a consecuencia de las dificultades con que tropezaba su difusión clandestina en Alemania y de las discrepancias de criterio surgidas entre Marx y Ruge. Los artículos de Marx en los Anales nos muestran ya al revolucionario que proclama la "crítica despiadada de todo lo existente", y, en especial, la crítica de las armas", apelando a las masas y al proletariado.
En septiembre de 1844 pasó unos días en París Federico Engels, que es a partir de este momento el amigo más íntimo de Marx. Ambos tomaron conjuntamente parte activísima en la vida, febril por aquel entonces, de los grupos revolucionarios de París (especial importancia revestía la doctrina de Proudhon, a la que Marx sometió a una crítica demoledora en su obra Miseria de la Filosofía, publicada en 1847) y, en lucha enérgica contra las diversas doctrinas del socialismo pequeñoburgués, construyeron la teoría y la táctica del socialismo proletario revolucionario o comunismo (marxismo). Véanse las obras de Marx correspondientes a esta época, 1844-1848, más abajo, en la Bibliografía. En 1845, a petición del gobierno prusiano, Marx fue expulsado de París como revolucionario? peligroso, y fijó su residencia en Bruselas.
En la primavera de 1847, Marx y Engels se afiliaron a una sociedad secreta de propaganda, la "Liga de los Comunistas" y tomaron parte destacada en el II Congreso de esta organización (celebrado en Londres, en noviembre de 1847), donde se les confió la redacción del famoso Manifiesto del Partido Comunista, que vio la luz en febrero de 1848. Esta obra expone, con una claridad y una brillantez geniales, la nueva concepción del mundo, el materialismo consecuente aplicado también al campo de la vida social, la dialéctica como la más completa y profunda doctrina del desarrollo, la teoría de la lucha de clases y del papel revolucionario histórico mundial del proletariado como creador de una sociedad nueva, de la sociedad comunista.

Al estallar la revolución de febrero de 1848, Marx fue expulsado de Bélgica y se trasladó nuevamente a París, desde donde, después de la revolución de marzo pasó a Alemania, estableciéndose en Colonia. Del 1 de junio de 1848 al 19 de mayo de 1849 se publicó en esta ciudad la Nueva Gaceta del Rin, que tenía a Marx de redactor jefe. El curso de los acontecimientos revolucionarios de 1848 y 1849 vino a confirmar de un modo brillante la nueva teoría, como habían de confirmarla también en lo sucesivo todos los movimientos proletarios y democráticos de todos los países del mundo. Triunfante la contrarrevolución, Marx hubo de comparecer ante los tribunales y, si bien resultó absuelto (el 9 de febrero de 1849), posteriormente fue expulsado de Alemania (16 de mayo de 1848). Vivió en París durante algún tiempo, pero, expulsado nuevamente de esta capital después de la manifestación de 13 de junio de 1849 fue a instalarse a Londres, donde pasó ya el resto de su vida. Las condiciones de vida en la emigración eran extraordinariamente penosas, como lo prueba especialmente la correspondencia entre Marx y Engels (editada en 1913).
La miseria llegó a pesar de un modo verdaderamente asfixiante sobre Marx y su familia; a no ser por la constante y altruista ayuda económica de Engels, Marx no sólo no habría podido llevar a término El Capital, sino que habría sucumbido fatalmente bajo el peso de la miseria. Además, las doctrinas y corrientes del socialismo pequeñoburgués y del socialismo no proletario en general, predominantes en aquella época, obligaban a Marx a mantener una lucha incesante y despiadada, y a veces defenderse contra los ataques personales más rabiosos y más absurdos (Herr Vogtg).
Apartándose de los círculos de emigrados y concentrando sus fuerzas en el estudio de la economía política, Marx desarrolló su teoría materialista en una serie de trabajos históricos (véase Bibliografía). Sus obras Contribución a la crítica de la economía política (1859) y El Capital (t. I, 1867) significaron una revolución en la ciencia económica (véase más abajo la doctrina de Marx).

La época de intensificación de los movimientos democráticos, a fines de la década del 50 y en la década del 60, llamó de nuevo a Marx al trabajo práctico. El 28 de septiembre de 1864 se fundó en Londres la famosa I Internacional, la "Asociación Internacional de los Trabajadores", Alma de esta organización era Marx, que fue el autor de su primer Manifiesto y de un gran número de acuerdos, declaraciones y llamamientos. Con sus esfuerzos por unificar el movimiento obrero de los diferentes países y por traer a los cauces de una actuación común las diversas formas del socialismo no proletario, premarxista (Mazzini, Proudhon, Bakunin, el tradeunionismo liberal inglés, las oscilaciones derechistas de Lassalle en Alemania, etc.), Marx, a la par que combatía las teorías de todas estas sectas y escuelitas, fue forjando la táctica común de la lucha proletaria de la clase obrera en los distintos países. Después de la caída de la Comuna de Paris (1871) - que Marx (en La guerra civil en Francia, 1871) analizó de un modo tan profundo, tan certero y tan brillante, con tan gran espíritu práctico y revolucionario- y al producirse la escisión provocada por los bakuninistas la Internacional no podía subsistir en Europa.
Después del Congreso de La Haya (1872), Marx consiguió que el Consejo General de la Internacional se trasladase a Nueva York. La I Internacional había cumplido su misión histórica y cedió el campo a una época de desarrollo incomparablemente más amplio del movimiento obrero en todos los países del mundo, época en que este movimiento había de desplegarse extensivamente, engendrando partidos obreros socialistas de masas dentro de cada Estado nacional.

Su intensa labor en la Internacional y sus estudios teóricos, todavía más intensos, quebrantaron definitivamente la salud de Marx. Este prosiguió su obra de transformación de la economía política y se consagró a terminar El Capital, reuniendo con este fin una infinidad de nuevos documentos y poniéndose a estudiar varios idiomas (entre ellos el ruso), pero la enfermedad le impidió dar cima a El Capital. El 2 de diciembre de 1881 murió su mujer. El 14 de marzo de 1883, Marx se dormía dulcemente para siempre en su sillón. Yace enterrado, junto a su mujer, en el cementerio de Highgate de Londres. Varios hijos de Marx murieron en la infancia, en Londres, cuando la familia atravesaba extraordinarias dificultades económicas. Tres de sus hijas contrajeron matrimonio con socialistas de Inglaterra y Francia: Eleonora Aveling, Laura Lafargue y Jenny Longuet. Un hijo de esta última es miembro del Partido Socialista Francés.

Nietzsche:





Es aquel que descubre dos mundos, uno dionisiaco y apolo. Dice que todo ser humano tiene una mezcla de bueno y de malo, la mesura y el exceso.
Dice que los hombres no son iguales y tampoco deben serlo, afirma que hay una alma de esclavo y otra señorial, la cantidad de un algo es lo que la diferencia, esto es la voluntad de poder, las ganas del ser humano por dominar a otro ser.
Héroes y esclavos, son los dos tipos de alma y estas deben regirse por dos temas diferentes de moral.
La moral cristiana es la moral del alma de Esclavo, porque no hay intención de dominar al otro y esto es lo que impide que el alma de héroe señorial que tiene un alma superior no pueda desarrollarse por la moral del esclavo.
Plantea que la moral del héroe debe ser mas allá, el bien y el mal, el héroe tiene una potencialidad de ir mas allá, es el único que puede ser súper hombre, la moral esta definida por el llegar a ser súper hombre.
Esta no es una especie es un grado superior de evolución de las almas serviles, tienen a Dionisio y Apolo en si, pero este tiene que tener mas de Apolo que de Dionisio.
La diferencia entre los hombres es la voluntad de poder, solo las almas de los héroes son las que pueden ascender, esto quiere decir que ellos pueden reemplazar a Dios, ya que alcanzan una perfección.

- Positivismo: Significó un bruzco cambio de rumbo para la cultura europea y se explica en parte, por el nacimiento de nuevas ciencias que desplazan a la filosofía de su patrimonio secular. Así se pensará que la ciencia podría llegar a ser la única guía del hombre y no habría otra razón que no fuera la razón científica.

El positivismo pretenderá 'atenerse a los hechos', por lo tanto, su modelo racional será el de la ciencia experimental. Esto marcará una clara diferenciación respecto del pensamiento romántico. La contradicción, sin embargo, se observará en la apasionada actitud de algunos positivistas que, al exaltar la ciencia y la humanidad, se comportaron como románticos de la ciencia.

La tendencia positivista puede encontrarse en múltiples áreas. Estará presente en el socialismo y también entre los economistas ingleses del siglo.

Auguste Comte (1798-1857):






De Comte suele hablarse popularmente como el inventor del término sociología -sería comprometedor, aunque quizá parcialmente verdadero, decir que también de la disciplina- y creador del positivismo, en un sentido tan ambiguo que no aceptarían los actuales positivistas lógicos. También vagamente se recuerda que llegó a convertir el positivismo en una religión de la humanidad, con su música y su Iglesia -aún viva, hasta hoy, en algunos países suramericanos-. (J.M.Valverde). Nacido en Montpellier. Secretario de Saint-Simon y colaborador en el órgano del saint-simonismo, Le Producteur, rompió con él para dictar libremente su primer curso de filosofía positiva. Repetidor de matemáticas en la Escuela Politécnica, no pudo conseguir un nombramiento oficial y vivió desde 1823 hasta su muerte de la protección de sus adeptos.

Es importante conocer la serie de circunstancias que rodean al pensador para comprender mejor su obra:
- En el orden político Comte fue testigo de la Revolución francesa y de todas sus consecuencias, y no se debe olvidar lo que pudo condicionar la obra de este reformador social aquel caos cuyas consecuencias positivas no fueron pocas, pero a largo plazo En el orden social, y en íntima colaboración con Saint-Simon, es igualmente testigo de unos proyectos que llevan sin duda a un socialismo utópico, pero que empieza a interesar vivamente a todas las capas de la sociedad; los problemas de organización social, las expectativas de sectores cada vez más numerosos y los avances científicos tienen que traumatizar la mente de este visionario.
- En el orden intelectual asiste a la bancarrota de cierta especulación y de ciertas metafísicas. Bien es verdad que en Comte, como en sus antecesores, perdura el impacto de ese algo más allá de lo subjetivo, y Comte intentará verlo cristalizado en leyes o realizaciones sociales fuera también de toda contingencia.

LA LEY UNIVERSAL DE LA EVOLUCIÓN INTELECTUAL DE LA HUMANIDAD Y SUS TRES ESTADOS.

TEOLÓGICO, METAFÍSICO Y POSITIVO
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La filosofía de Comte pretende desarrollar una reforma intelectual basada en el positivismo. Por positivismo hay que entender aquella interpretación de la realidad (el hombre, la historia, la sociedad) basada en la ciencia; el saber científico el que configura el espíritu humano y el que impulsa el progreso histórico y social. Por Estado entiende Comte la situación en la que en una determinada época histórica se halla el espíritu humano. Cada estado se caracteriza por una manera de entender e interpretar la naturaleza y por una idea distinta de lo que es el saber. El espíritu humano recorre, en orden progresivo, varios estados a lo largo de la historia con el fin de alcanzar el fin propuesto por su naturaleza: el estado científico. La historia se convierte así en la historia del progreso del espíritu científico.
Según esta doctrina todas nuestras especulaciones están sujetas a pasar sucesivamente por tres estados teóricos diferentes (Ley de los tres estados):

- Teológico o Ficticio: Debe considerarse un estado provisional y preparatorio
- Metafísico o Abstracto: Es transitorio, constituye una modificación del primero.
- Positivo o Científico: Es el régimen definitivo de la razón humana. El orden por el que se suceden los estados, viene dado por la propia naturaleza del espíritu humano.

Fases de estos estados:

- Estado Teológico o Ficticio--> Es el primer estado que constituye el punto de partida del espíritu humano. La explicación de la naturaleza consiste en causas últimas, ocultas y sobrenaturales, que se levantan sobre el poder de la imaginación. El conocimiento así obtenido es absoluto (una única explicación válida). Fetichismo, politeísmo y monoteísmo son los tres momentos dentro del estado teológico que representan el progreso del saber. Estando representado por tres momentos:

Fetichismo: Consiste en atribuir a todos los cuerpos exteriores una vida esencialmente análoga a la nuestra, pero más poderosa. La adoración de los astros es el grado más alto de esta primera fase teológica.

Politeísmo: Es la libre preponderancia especulativa de la imaginación. Aquí la vida es retirada de los objetos materiales, para ser misteriosamente transportada a diversos seres ficticios habitualmente invisibles, cuya continua intervención se convierte en la fuente directa de todos los fenómenos exteriores y humanos. En esta fase se estudia principalmente el espíritu teológico.

Monoteísmo: Comienzo de la decadencia de la filosofía inicial, que sufre un rápido decrecimiento intelectual como consecuencia espontánea de esta simplificación en que la razón viene a restringir cada vez más el dominio exterior de la imaginación.

Hay una tendencia involuntaria en los hombres a las explicaciones esencialmente teológicas, sobre todo en aquéllos fenómenos cuyas leyes aún ignoramos. Todas las explicaciones teológicas han caído en desuso entre los occidentales, porque los misterios inaccesibles a nuestra inteligencia, han sido cada vez más apartados y se ha acostumbrado a sustituirlos con estudios más eficaces y más en armonía con nuestras necesidades verdaderas.
- Estado Metafísico o Abstracto "Especulación" --> Es el paso intermedio del teologismo al positivismo, aunque se aproxima más al primero que al segundo.
Las especulaciones dominantes han conservado la tendencia a los acontecimientos absolutos, sólo la solución ha sufrido una transformación notable. Al igual que la Teología, la Metafísica intenta explicar la íntima naturaleza de los seres, el origen y destino de las cosas, el modo de producirse, los fenómenos; pero en lugar de emplear para ellos los agentes sobrenaturales los reemplaza por abstracciones personificadas. No es la pura imaginación la que domina ni la pura observación, aquí el razonamiento se prepara confusamente al ejercicio verdaderamente científico.
La parte especulativa está muy exagerada, por la tendencia a argumentar en vez de observar que caracteriza a este espíritu metafísico. El espíritu metafísico en los últimos cinco siglos, ha secundado negativamente el despliegue fundamental de nuestra civilización moderna. De modo que el obstáculo más peligroso para el establecimiento final de una verdadera filosofía es este mismo espíritu que a menudo se atribuyó el privilegio casi exclusivo de las meditaciones filosóficas.
- Estado Positivo o Real "Observación" --> Esta serie de preámbulos conduce al fin a nuestra inteligencia a un estado definitivo de positividad racional. Una vez expuesto lo vacío de las filosofías teológicas o metafísicas, renuncia a las investigaciones absolutas y circunscribe sus esfuerzos al dominio de la observación, única base de los conocimientos adaptados a nuestras necesidades reales.
La revolución fundamental consiste esencialmente en sustituir en todo, la inaccesible determinación de las causas propiamente dichas por la investigación de las leyes. El poder de la imaginación es sustituido por el saber de la razón. Se trata de una razón encaminada a la acción operativo - instrumental. La técnica, entendida como aplicación de la ciencia, es la base de la nueva sociedad industrial.
En el estado positivo no se busca tanto una explicación como una mera descripción de los fenómenos y sus regularidades mediante la observación y el razonamiento sobre lo observado. La ley de los tres estados pretende demostrar cómo el estado positivo es el estado más adecuado a la naturaleza humana. El único saber válido es el saber positivo o científico, y este modo de saber ha de generalizarse y aplicarse a todos los ámbitos de la vida y de la sociedad como la religión, la política...
La reforma comtiana del saber conlleva así una reforma social.

Naturaleza del espíritu positivo.

Nuestras investigaciones positivas deben reducirse a la apreciación sistemática de lo que es y renunciar a descubrir su primer origen y destino final. El estudio de los fenómenos en lugar de ser absoluto, debe permanecer relativo a nuestra organización y situación, reconociendo la necesaria imperfección de nuestros métodos especulativos.
Esta naturaleza relativa de los fenómenos humanos no es individual, sino social. Desde que la subordinación constante de la imaginación a la observación, ha sido reconocida como primera condición fundamental de toda sana especulación científica, una viciosa interpretación ha conducido con frecuencia a abusar mucho de este gran principio lógico, para hacer degenerar la ciencia real en una especie de estéril acumulación de hechos incoherentes. El verdadero espíritu positivo está tan lejos del empirismo como del misticismo. El verdadero espíritu positivo consiste ante todo en ver para prever, en estudiar lo que espera concluir de ello, lo que será según el dogma general de la invariabilidad de las leyes naturales. El principio de la invariabilidad de las leyes naturales, no empieza realmente a adquirir alguna consistencia filosófica sino cuando los trabajos verdaderamente científicos han podido manifestar su genial exactitud, frente a un orden entero de grandes fenómenos.

Destino del espíritu positivo.

El progreso hacia la armonía individual y colectiva de la humanidad Las necesidades mentales son el primer estímulo indispensable para nuestros distintos esfuerzos filosóficos. Estas exigencias intelectuales, reclaman siempre una feliz combinación de estabilidad y actividad de donde resultan las necesidades simultáneas de orden y progreso. En la larga infancia de la humanidad, sólo las concepciones teológico-metafísicas podían satisfacer esta doble concepción fundamental de modo imperfecto. Pero cuando la razón humana está por fin lo bastante madura para renunciar a buscar lo inaccesible y circunscribir con prudencia su actividad al dominio que pueden apreciar nuestras facultades, la filosofía positiva le da una satisfacción mucho más completa y más real, gracias al destino directo de las leyes que descubre y de la previsión racional que es inseparable de ellas. Estas leyes son de dos clases según vinculen su semejanza o filiación. La filosofía positiva procura en los espíritus bien preparados una aptitud muy superior a la que nunca pudo ofrecer la teológico-metafísica.
Para ello sólo es obligado limitar todas nuestras especulaciones a las investigaciones verdaderamente accesibles.

Incompatibilidad entre ciencia positiva y teología.

Las concepciones positivas son incompatibles con todas las opiniones teológicas, cualesquiera que sean: monoteístas, politeístas o fetichistas.
Es imposible la conciliación duradera entre las dos filosofías, sea en cuanto al método o a la doctrina. Sin duda, la ciencia y la teología no están en abierta oposición, puesto que no se proponen los mismos problemas. La ciencia renuncia radicalmente a los misterios, de los que se ocupa la teología. Además la prudente reserva con que el espíritu positivo procede gradualmente, nos hace ver la loca temeridad del espíritu teológico. A medida que las leyes físicas han sido conocidas, el imperio de las voluntades sobrenaturales ha tenido que restringir su campo de acción. Aunque el politeísmo y hasta el fetichismo hayan secundado realmente el espíritu de la observación, se debe reconocer que no podían ser verdaderamente compatibles con el espíritu científico.
En el estado actual de la razón humana, se puede afirmar que el régimen monoteísta, favorable durante mucho tiempo al primitivo despliegue de los conocimientos reales, estorba profundamente la marca sistemática que deben tomar en adelante. Varios siglos antes de que el desarrollo científico permitiera apreciar directamente esta oposición radical, la transición metafísica había intentado, bajo un secreto impulso, restringir el ascendiente de la teología, haciendo prevalecer abstractamente la doctrina escolástica (no cambiar las leyes). El imperio positivo estaba limitado a los espíritus cultivados, pues mientras la fe subsistió realmente, el instinto popular hubo de rechazar tal concepción. Un primer análisis de la naturaleza, debió inspirar una ingenua admiración por el modo de realizarse los principales fenómenos que constituyen el orden efectivo. Luego, a medida que el espíritu positivo tomando un carácter cada vez más sistemático, sustituye al dogma, hace que esta disposición inicial desaparezca.

Atributos del espíritu positivo:Correlación entre Espíritu Positivo y Sentido Común.

La palabra positivo ofrece varias acepciones distintas:

Consideradas en la acepción más antigua y común, la palabra positivo designa lo real, por oposición a lo quimérico.
Un segundo sentido, indica el contraste de lo útil y lo inútil
Una tercera aceptación, se emplea para calificar la oposición entre la certeza y la indecisión.
Una cuarta, consiste en oponer lo preciso a lo vago
Una quinta y última, menos usada, es la que se emplea en oposición a negativo. En este aspecto indica una propiedad de la filosofía moderna.
El único carácter esencial del nuevo espíritu filosófico que no haya sido aún indicado directamente por la palabra positivo, consiste en su tendencia a sustituir todo lo relativo por lo absoluto. Este carácter es propio de la quinta acepción. Cuando se busca el origen fundamental del positivismo, se encuentra que coincide con los primeros ejercicios prácticos de la razón humana.
Todos sus atributos son en el fondo los mismos que los del buen sentido universal. La positividad fue durante mucho tiempo empírica antes de llegar a ser racional. En todos los aspectos esenciales, el verdadero espíritu filosófico consiste sobre todo, en la extensión sistemática del simple buen sentido a todas las especulaciones verdaderamente accesibles. Esta conexión fundamental, representa la ciencia propiamente y estériles las investigaciones especulativas dirigidas a los primeros principios que, debiendo emanar siempre de la sabiduría vulgar, no pertenecen nunca al verdadero dominio de la ciencia.
Los únicos principios generales que se pueden establecer a este respecto se reducen por necesidad a algunas máximas indiscutibles, pero evidentes, tomadas de la razón común y que no añaden en verdad nada esencial a las indicaciones que resultan en todas las buenas inteligencias, de un mero ejercicio espontáneo. Considerada ahora en el aspecto histórico, esta última solidaridad natural entre el genio propio de la verdadera filosofía y el simple buen sentido universal, muestra el origen espontáneo del espíritu positivo que resulta de una reacción especial de la razón práctica sobre la razón teórica, cuyo carácter inicial ha sido modificado cada vez más.

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